CAPÍTULO 17


Tenerife nos acogió con los brazos abiertos

Después de la experiencia en Venezuela, nos parecía imposible poder pasear por las calles de Las Palmas con total tranquilidad, sin tener que pensar en atracos, armas e inseguridad. Qué lástima de país. Con petróleo en abundancia y una exportación de multitud de materias primas… 

Nosotros seguíamos con nuestra idea de montar un negocio donde poder trabajar los dos juntos, y una excompañera de Veva estaba viviendo entre Viveiro y Burela, y cerca de San Ciprián, un pueblecito costero también en la provincia de Lugo que nos traía muy buenos recuerdos, ya que pasamos unas vacaciones de verano cuando nuestra hija era pequeña, creo que en 1988/89.

Pero seguimos en 1995, y en aquel viaje para estar unos días con estos amigos a los que hacía tiempo que no veíamos, y como estaba la situación para una posible inversión en un negocio de ropa de marca y regalos de diseño.

Aterrizamos en Madrid y alquilamos un coche para ponernos en camino hacía Galicia, en Burela nos quedamos a dormir en un piso que esta pareja tenía cerrado y pateamos la ciudad, así como Viveiro e incluso San Ciprián. No era la idea, ni se daban las condiciones que andábamos buscando nosotros. Era una zona dedicada a la pesca, y con un turismo muy estacional. El viaje valió la pena por estar con estos amigos, comer fantásticamente como siempre en esta zona de España, pero resultó infructuoso para nuestros intereses.
Aprovechamos el paso por Madrid para tomar el vuelo de vuelta, ver a la familia y pasar un par de días.

Regresamos a Las Palmas y seguimos con nuestra vida. Yo recibí una oferta, interesante en lo económico y dudosa en el desenlace, de un nuevo periódico que se instaló en la capital. Dos meses duró la aventura de ese medio de comunicación, acabando con las ilusiones de muchos de sus trabajadores. No fue mi caso yo lo veía venir y no acepté su ofrecimiento. Mi cabeza unida a la de Veva ya transitaba por otros caminos.

Hicimos un viaje a La Palma y otro a Tenerife, y en esta última isla nos entrevistamos con un antiguo compañero y su mujer, que se habían quedado a vivir en Santa Cruz y tenían dos tiendas, una era una franquicia de regalos y la otra una zapatería de calzado masculino de alta gama con marcas como:  Church’s, Alend Edmons, una marca española de zapatos artesanos fabricados a mano, etc. La franquicia de regalos les funcionaba muy bien, pero la otra tienda necesitaba un empuje económico y ampliar la oferta a otros artículos y marcas de lujo que en aquel entonces no había en Santa Cruz y era la idea que teníamos nosotros, además era un matrimonio con el que nos llevábamos muy bien. Ambos eran de Madrid y habían vivido mucho tiempo en Valencia.

Lo que siguió fue una sociedad, una reforma en la tienda que estaba situada en pleno centro de Santa Cruz, un par de viajes para negociar nuevas marcas, artículos de golf, etc., y pusimos en marcha el negocio. Veva estaba encantada y si no fuera porque cada vez su madre necesitaba más de ella hubiera sido más feliz todavía. El Jet-Foil que unía las dos capitales canarias, en ochenta minutos, se convirtió en un medio de transporte que Veva cogía una vez a la semana. Al final optamos por traernos a Lolita a vivir a nuestra casa para que estuviera mejor atendida y nosotros más tranquilos.

La tienda iba muy bien y yo me dedicaba a echarles una mano y al diseño gráfico y creatividad publicitaria con clientes que me recomendaban de boca en boca.

Así pasaron dos años maravillosos, pero como lo bueno en la vida no dura siempre, en 1997 la vida nos dio un nuevo revés, pero eso lo dejaremos para el siguiente capítulo…

Comentarios

Publicar un comentario