CAPÍTULO 11


¿Nos casamos mi amor...?

Pasados los primeros meses tras el nacimiento de Tania, y con la vida normalizada, nos dedicamos a buscar un piso más grande con tres dormitorios.

Por medio de un compañero de trabajo que además era amigo. Mi malogrado amigo Pepe, que años más tarde moriría con 40 años de un infarto fulminante, encontramos un piso perfecto en una zona tranquila de una calle perpendicular a Arturo Soria. Era un piso muy cómodo con la guardería y el colegio muy cerca.

Veva ya había pasado todas las pruebas satisfactoriamente, pero el ginecólogo nos dijo que era propensa a sufrir otra eclampsia en un próximo embarazo, con mucho riesgo para el bebé y para ella. Por supuesto a partir de ese momento tomamos las medidas para que no se quedase embarazada, aunque nos hubiera gustado tener tres hijos, siempre habíamos hablado de ello.

Enseguida entabló amistad con un grupo de mamás primerizas como ella y que vivían por la misma zona. Dejaba a Tania en la guardería y se dedicaba a hacer cursos de pintura, etc., a disfrutar de la vida que tan bien merecido se lo tenía.

Los fines de semana los pasábamos en la sierra de Madrid, o bien en el chalet que tenían mis padres cerca del Escorial, en Valdemorillo, o bien, en el chalet de mi hermana que tenía en Becerril de la Sierra.

Llevábamos una vida tranquila los fines de semana, porque mi trabajo era muy exigente y estresante. Durante la semana no podía ir a comer a casa ningún día y por la noche llegaba muy tarde, agotado y sin ganas de nada.

El hipismo de los setenta fue devorado por el yupismo de los ochenta al nivel de los ejecutivos de la City londinense. Una época ultraconsumista en la que se vivía para trabajar, competir y ganar dinero. Esa nunca fue mi filosofía de vida.

En el año 1990 harto ya de este sistema que no me dejaba vivir ni disfrutar de mi familia, y aprovechando las circunstancias coyunturales que atravesaba mi empresa, tuve la oportunidad de negociar con ellos y obtener una buena indemnización por despido asegurándome poder acogerme al desempleo durante dos años para poder buscar otras cosas para ganarme la vida.

Empezamos a pensar en volver a Las Palmas, era una ciudad que nos gustaba, la conocíamos bien, y también teníamos familia por parte de Veva. Así que ni cortos ni perezosos, hicimos el camino inverso al realizado en el año 1985, con la intención de pasar un año sabático disfrutando de la familia, la playa, el sol y recuperarme mentalmente, antes de buscar otro empleo.

No fue un año, fueron seis meses en los que disfruté de ellas como nunca antes había podido. Pesqué, saqué el carnet de moto y compré una honda.

Tania ya tenía cuatro años y nosotros decidimos pasar por el juzgado para casarnos el 8 de julio de 1991. Recuerdo una anécdota de nuestra hija que estaba tan contenta y decía.
–Papá y mamá se casan otra vez-
Todos lo pasamos muy bien y con mucha ilusión, pero para Tania fue un día especial el poder asistir a la boda de sus padres.

Poco antes, en junio de 1991, empecé a trabajar como jefe de promoción en el periódico Canarias7. Teníamos un piso grande y precioso al principio de la Avenida de Escaleritas.

Comenzábamos otra etapa más de nuestra vida…

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