CAPÍTULO 10


Un parto problemático

Que embarazo más feliz y tranquilo. Engordó, pero según su madre eran líquidos que retenía y una vez que diera a luz desaparecerían como le habían pasado a ella en sus siete embarazos.

La última vez que fuimos al médico le vio la tensión alta y le dijo que controlara la sal en las comidas, por lo demás todo iba bien.

El 23 de junio como todos los días me levante para ir a trabajar y la dejé en la cama, solo la dije –no se te ocurra dar a luz sin mí- La di un beso y me marche para el despacho.

Lo que ocurrió después tuvo que pasar bastante tiempo para saberlo.
Se levantó para hacerse una manzanilla, fue al baño y se calló al suelo. Se golpeó la cabeza con el lavabo y perdió el conocimiento.
Su madre que estaba en casa con nosotros en vista de que no le contestaba se levantó y se encontró con ella en el suelo sin saber muy bien que hacer. Fue a buscar al vecino y llamó al portero…

Serían las diez de la mañana cuando el teléfono sonó y la voz de mi vecino agitada me decía que algo iba mal en mi casa.
Agarré el coche junto con un compañero que me acompañó y con el pañuelo por fuera de la ventanilla y el claxon sonado, tarde quince minutos esquivando coches por la M-30 hasta llegar a casa.

El espectáculo que me encontré en el piso fue de locos. La policía intentando desarmar una puerta para usarla de camilla, el portero y el vecino hablándome sin que les escuchara. La madre, Lolita, llorando junto a su hija, y Veva en la cama con un chichón en la cabeza convulsionando, con los ojos perdidos y sin contestarme.

No lo dudé un momento, ni tampoco sé de dónde saqué las fuerzas, pero la cogí en brazos y bajamos en el ascensor para luego meterla en el coche en el asiento de atrás. Como un loco nuevamente por las calles de Madrid hasta llegar al Sanatorio Nuestra Señora del Rosario, en la calle Príncipe de Vergara, que era donde tenía que dar a luz.

A nuestra llegada alguien había avisado y nos estaban esperando en la puerta de urgencias, junto a una camilla, el médico y varias enfermeras. Brevemente le dije lo poco que sabía y la metieron para quirófano sin más dilación.

Al poco tiempo salió el médico y me dijo que Veva había sufrido una eclampsia y que le iban a hacer una cesárea de urgencia y a tratar de salvar a las dos, pero que el pronóstico era delicado.

La cesárea tardó poco más o menos de una hora calculo yo, aunque es algo que nunca he podido recordar bien ya que el tiempo en que volvió a salir el médico se me hizo eterno. Para ese entonces ya había llegado su madre y estaba conmigo.

El ginecólogo que le había hecho la cesárea me comunicó que el bebé estaba bien, y que lo habían subido al nido. La madre de momento estaba controlada y sedada en la UCI a la espera de hacerle pruebas para evaluar su estado.

Esa tarde me comunicaron que había varios órganos afectados, entre ellos un edema cerebral, una inflamación del corazón, y que los riñones y los intestinos estaban parados. Le iban a mantener profundamente sedada para ver si el edema se reducía y podían controlar su tensión arterial.

Esa misma noche tuvo una parada cardiorrespiratoria de la cual salió no sin muchos esfuerzos por parte del personal médico, en especial una monja enfermera que no mediría más de 1,50 que se subió encima de ella y estuvo dándole masaje cardiaco hasta que la sacó de la parada, como luego me comentó una compañera suya.

Así pasamos el primer día, en la mañana del 24 hablaron los médicos conmigo para decirme que seguramente la iban a tener un par de días más en sedación profunda y si la lograban despertar, era posible que le quedaran secuelas.

Esos días pasaron lentos y angustiosos, casi no nos movíamos del Sanatorio. Al cuarto día iban a ir bajando poco a poco la sedación para ver su estado y comprobar sus reacciones. Me acuerdo que salió de la UCI la misma monja con una sonrisa que no le cabía en la cara y me dijo que pasara. Allí estaba Veva con los ojos abiertos preguntando qué si ya había dado a luz, reconociéndome perfectamente. Le dije
-Cariño hemos tenido una niña preciosa que se encuentra muy bien, incluso le han nombrado “miss nido”, ahora mismo pido que te la bajen para que la veas.

Y así pasamos del drama más triste que podía imaginar a la alegría de todos nosotros incluidos todo el plantel de médicos y enfermeras que la atendieron en esos días. A los pocos días le dieron el alta con un montón de citas para comprobar el estado de sus órganos que fallaron durante la crisis.

Con el paso de los meses todo quedo en un mal sueño, todas las pruebas que le hicieron fueron favorables y según las explicaciones que me dieron las eclampsias igual que vienen se van si por el camino no te matan ni a ti ni al bebé. Esa vez habíamos tenido mucha suerte, esa vez no estaba marcada la X en nuestro destino.

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